sábado, 3 de septiembre de 2011

Álvaro Cepeda- De los genios ocultos

Ya que no estoy con creatividad para escribir, les dejo un artículo que hace más de 40 años publicó Álvaro Cepeda:



De los genios ocultos

En los últimos días mis compañeros de dominó del Barrio Abajo, quienes en un principio se sentían orgullosos de alternar con un contertulio cuyo nombre sale cada vez con más frecuencia en letras de molde, se han mostrado un poco disgustados conmigo y hasta han llegado a mirarme de reojo. Se quejan de que la publicidad se me ha ido a la cabeza y me he vuelto intelectual. Bueno, ellos no dicen “intelectual” propiamente, sino “que me las estoy dando de fino”.

Las razones que aducen son, a primera vista, válidas. Aducen que estas cartas ya no se limitan a comentarle los sucesos cotidianos, las diarias peripecias de la humanidad, la vida un poco desquiciada de esta querida Arenosa como la ve un viejo que ha vivido sus setenta años largos en un mismo sitio y no en más de tres casas. (Permítame, señor editor, un paréntesis sobre esto de la permanencia en un sitio, antes de seguir adelante con las críticas de mis amigos. Yo no creo en la gente que se muda mucho. No creo en el turismo artístico. El cuarto en que se vive, las cosas que nos rodena, influyen decisivamente en nuestro pensamiento y en nuestra actividad creadora. El artista de verdad, el creador de verdad, no es nunca un turista. Para crear una obra duradera, que resista los embates del tiempo es necesario tener raíces muy hondas; cimientos muy fuertes; estar muy afianzado sobre un terreno muy conocido para no pifiar el lanzamiento y aguantar la reculada.
Me vienen a la memoria muchos ejemplos que le iré enumerando aunque pierda el saludo de mis compañeros de dominó y tenga que dedicarme, de ahora en adelante, a jugar al solitario. James Joyce escribió su Ulises en un cuartico de pensión de Paris, mientras dictaba clases en la alianza. ¿Usted sabe que el viaje más largo que hizo el serio y cegato profesor fue de Dublin a París? Faulkner creó su asombroso mundo novelístico metido en Oxford, un pueblecito en el estado de Missisipi. Y cuando el dieron el Premio Nobel, sus editores franceses tuvieron que comprarle un frac, pues al pasar por París, en ruta a Estocolmo, descubrieron que no tenía traje de Gala.

Y esta afición a permanecer en un solo sitio no es manía de los escritores solamente. Picasso no hace giras turísticas: vive hace cincuenta años en una sola región. Van Gogh se metió en Arles, pintó, se emborracho y se mató allí. Y Morandi, pintor de pintores, se la ha pasado toda su vida en un mismo apartamento pintando las mismas botellas. Y si nos vamos un poco hacia el pasado, Cervantes, que yo sepa, no anduvo nunca deambulando de país en país. Y con lo fácil que era en su época: sin pasaportes, ni certificados de buena conducta y vacunación y sin el dólar al diez.

Por eso me da mucha risa cuando oigo exclamar a esos jóvenes artistas de ahora, siempre con un tono de genios incomprendidos, “aquí no hay vida artística”; “aquí me ahogo, me hace falta un ambiente cultural”; “hay que irse de este país para poder producir una obra importante”; o cualquier otra sandez por este estilo. Créame señor editor, que no hay genios ocultos, ni la calidad de la obra tienen nada que ver con la geografía. Lo bueno es bueno, aquí o en Timbuctu. Y el artista que vale de verdad llega siempre sin necesidad de convertirse en un vendedor transcontinental de su obra.).

Volviendo a mis amigos del Barrio Abajo, que no me perdonarán este paréntesis, ellos están muy bravos conmigo porque dizque ahora me he metido a comentar literatura, cine y hasta pintura moderna. Yo les he tratado de hacer ver que Barranquilla camina y camina hacia adelante aunque muchos digan que está estancada y de las funciones del Teatro Emiliano a la exposición de pinturas del Centro Artístico va mucho trecho. Hay que estar al día, hay que tener un ojo curioso aunque cegato y entrenar la mente para no quedarnos en los Hermanos Álvarez Quintero. No vaya a pasarnos lo que a mi compadre Guzmán Cantillo, que le mandó un gigantesco ramo de flores a Tita Rufo cuando debutó en el Teatro Cisneros porque creía que era una diva.

Img tomada de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRZZb0n7jOcQX6pWLgoPysZkLcfCs9bS1Qg8qwEw9qUljBbTGrIvQXGVkZI-25UNFlSo3qJTDHE8oyA5iHITz8oShrUOAtmAhtCWOGfQB6_tvi_rVeEb1_MqX5yfy_8Ha3FWd7rSc2fTM/s400/Alvaro+Cepeda+Samudio+001.jpg