domingo, 29 de abril de 2012

Por qué no recomiendo la Feria Internacional del Libro de Bogotá



Ayer fui a la feria “internacional” del libro de Bogotá, conocida también como el “evento de promoción de la lectura”[1] y no me gustó. Debo empezar aceptando que es la primera feria del libro de Bogotá a la que voy, así que no sé si otrora fue mejor. En todo caso no me gustó, no me pareció que “fomentara la lectura” (o promocionara si así lo quieren) y si por el contrario convirtieron la venta de libros (dentro de CORFERIAS) en una actividad excluyente. Más adelante les diré porque levanto esta acusación.

La Feria “Internacional” del Libro de Bogotá (FILBO) es un evento anual organizado por dos compañías privadas (CORFERIAS y Cámara Colombiana del Libro) en compañía de varios patrocinadores, dentro de los cuales, en ocasiones manejan dineros públicos como por ejemplo con el patrocinio de Ecopetrol, que al ser sociedad de economía mixta, así suene pleonasmo, maneja plata del estado. Su teleología es la de (sarcasmo) promover la lectura y en tal sentido (en serio) la venta de libros.

Ahora bien, animado por conocer como era la dichosa feria del libro de Bogotá que promocionaban con ahínco presentadoras de farándula en canales nacionales como RCN (mala espina) y animado por saber del conversatorio con Fernando Vallejo sobre Cuervo, pagué los 1.750 pesos del transmilenio con el animo de entrar en uno de los buses articulados que me llevaban  a la estación CAD, la cual me dejó como a 7 cuadras de CORFERIAS. Luego de bajarme, caminé varias cuadras, acompañado de otras personas que también iban a la dichosa feria del libro, esquivando otras que salían de la misma con bolsas que tenían el logo de planeta, random house entre otras casas editoriales. La mayoría (según pude detallar) llevaban dentro de sus paquetes uno o dos libros máximo, lo que me hizo ser escéptico frente a los supuestos súper descuentos que pregonaron las citadas presentadoras.

El primer inconveniente con el que me topé al llegar a CORFERIAS fue la entrada. ¡Como satanaces se les ocurre cobrar entrada si están fomentando la lectura y los libros! Además, cómo son tan descarados de cobrar siete mil pesos por entrada. Algunos dirán “siete mil pesos no es mucho dinero”, pero el problema es que si van con varias personas o peor aún, si van con la familia (digamos papá, hijo y esposa), el precio para entrar a la venta de libros se puede metamorfosear fácilmente en 18 o 20 mil pesos. Una parte de lo que vale un libro. En fin. Sigamos. Pagué mis 7.000 pesos (haciendo una larga fila) e ingresé al lugar (haciendo otra gigantesca fila). Me dirigí al pabellón más cercano que decía “libros universitarios” o algo así (discúlpenme por no tomar fotos, la cámara de mi celular murió luego de que este nadara con los peces y de igual forma, pido disculpas por no anotar los nombres de los pabellones) y caminé por varios de los stands, encontrándome con que los libros en el lugar no se bajaban de 60.000 pesos. Los pocos que tenían un valor “accesible” (25.000 pesos), eran por lo general ensayos de 50 hojas o menos que realmente no valían la pena (en mi humilde opinión). Salí de aquel lugar y me dirigí a un pabellón mucho más interesante que quedaba en el extremo opuesto de donde estaba: el de los dibujos.  En el primer piso había algunos puestos que promocionaban la venta de comics a precios exorbitantes como 50 o 60 mil pesos. A su lado, estaban las historietas “baratas”, de segunda, ¡¡a 30 mil pesos!! (Coloco en signos de exclamación porque el valor de un ejemplar nuevo, según la portada, era de 8 dólares). Seguí mi travesía por aquel pabellón de las imágenes. Me encontré con un stand que, en condiciones normales, debió ser una debilidad para mí: libros antiguos. Entré en el lugar pero salí tan rápido como pude. Los libros estaban casi al mismo precio de los nuevos y pues yo, que soy un visitante asiduo de librerías de segunda, les puedo asegurar, que esos mismos libros se pueden conseguir por la mitad del precio que pedía el librero.

Subí aburrido al segundo piso. Allí me encontré con caricaturistas, retratistas y compañía. Aquel lugar era mejor que el de abajo, pero el problema es que había muchísimas personas y era difícil caminar por el lugar. La caricatura de una persona valía en la mayoría de puestos 20 mil pesos. Habían también dos o tres artistas que cobraban 60 mil pesos, pero en imágenes mucho mejores. También vendían en el lugar retratos bonitos de 20 mil pesos para arriba. Considero que fue de lejos, el mejor espacio en el que estuve (con la gravedad que ello conlleva, teniendo en cuenta que soy el tipo de persona que cuando entra en una librería por lo general se lleva un libro).



Salí del lugar y me dirigí al pabellón central, el de Brasil. En él me encontré con muchos libros en portugués, sobre arte, cocina y uno que otro de literatura (esperaba lo contrario). A un lado de los stands de libros, vendían comida brasileña (o eso decían los meseros). Como anécdota, pregunté si tenían libros de Nelida Piñon (no la conozco pero he oído recomendaciones de ella) y me mandaron para el Fondo de Cultura Económica. Más adelante me dirigí allí, pregunté si tenían libros de Nelida Piñon y me mostraron “el calor de las cosas y otros cuentos”, que en condiciones normales valía 71.000, pero por ser feria tenía descuento y terminaba valiendo…sesenta y nueve mil pesos!($69.000). No jodás. Estos vergajos dicen promover la lectura y miren, libros a 69 mil. Más del 10% del salario mínimo. Y eso que no les cobran impuestos por los libros y que Brasil es el país invitado de honor. En fin.

Seguí mi travesía por la feria del libro y llegué al pabellón de Random House. Desde que me enteré que esa editorial fue una de las que promovió la ley SOPA, dejé de comprar libros de su casa editorial. No obstante lo anterior, como una mirada no hace daño a nadie, me adentré en aquellos terrenos, para encontrarme con que vendían buena literatura a precios más asequibles (de bolsillo claro). Vi a Pastoral Americana de Roth a 27 mil pesos y “Cuentos Esenciales” de Guy de Maupassant en 32 mil pesos (un precio asequible en comparación al resto de libros). De la misma manera, vi otros clásicos en precios relativamente asequibles (de 30 para arriba), pero el que me tentaba y me cantaba al oído “I´m sexy and I know it”  era el de los cuentos esenciales. No obstante lo anterior, no me llevé ese libro porque no patrocino empresas que financian leyes como SOPA, las cuales defienden los intereses de unos pocos en perjuicio de muchos. Como dato adicional, en aquel lugar estaba firmando libros una joven y bonita escritora de nombre Lauren Kate, autora de la saga “Oscuros” (un nuevo libro de amor para adolescentes). No conozco su prosa y no sé si será tan malo como la de los vampiros, pero bueno. No puedo criticar a quien no conozco, pero la autora se veía bonita, aunque sus libros por el contrario...

Sigamos con el viaje a la feria del libro de Bogotá. Seguí pasando a través de los estantes encontrándome con gigantescos afiches con portadas de best-sellers (los juegos del hambre por ejemplo) y con avisos del tipo “el libro más vendido”, “premio xxx” o “la novela que revolucionó…”, entre otros. Siempre he sido escéptico de los libros con gigantesca campaña publicitaria de fondo. Por lo general, estos libros terminan siendo de auto-ayuda o narraciones de dudosa calidad que recurren al bonito para-texto para poder vender sus existencias. En todo caso, pasé por el pabellón de Panamericana, que ofrecía descuentos tan exquisitos como el del libro “viajando sin papel higienico” de Daniel Tirado, que en un día normal valdría 45.000, pero que con descuento de feria su precio era de 41.000.  



Creo que con lo anteriormente narrado, ya me habré dado a entender de qué forma la cámara colombiana del libro, fomenta la lectura y la venta de los libros. En todo caso, pasaré al siguiente punto de mi visita: la conversación de Fernando Vallejo con William Ospina. Esta tuvo lugar en el auditorio José Asunción Silva, pero no la pude ver. Para empezar llegué al lugar a dizque hacer fila a las 4:15 de la tarde (45 minutos antes de empezar). El auditorio estaba cerrado mientras el citado columnista lanzaba su ya conocida diatriba contra el procurador y presentaba su libro. Fui de los primeros pendejos que hizo fila por el lado delantero del lugar. Esperé como media hora a que abrieran y de un momento a otro, un tipo dijo: “no es por este lado, es por el lado izquierdo” y me desplacé a donde estaba la supuesta fila para quedar en un puesto cercano a la puerta. Todos estábamos a la espera. Queríamos que abrieran la puerta para ver a Vallejo hablando de gramática. Pero no, la puerta nunca se abrió. Aquella masa de piel y huesos que hacía fila tenía que quedarse con la frustración de quedarse afuera. Mientras tanto, dentro del recinto, escritores como Juan Gabriel Vásquez, chicos con escarapela de prensa (hubo como 10 “periodistas” de un medio escrito), personas con escarapela del ministerio de cultura, entre otros, miraban desde adentro a los que estábamos afuera (aunque sin burlarse, sólo por curiosidad). Podría decir sin temor a equivocarme, que la mayoría de personas que estaban adentro eran gente con escarapelas o algún estatus especial que los “elevaba” sobre todos nosotros. Ningún funcionario de CORFERIAS fue capaz de decirnos que no íbamos a entrar, ni tampoco fueron capaces de organizar nada. Ah, también sacaron “por solidaridad” (así dijo la vieja desde adentro) a personas que estaban adentro y que no tenían escarapela o carnet de alguna entidad burócrata del gobierno.  

Siguiendo con la narración de los hechos, no pude entrar y me dirigí a la “pantalla gigante”, la cual estaba en una horrible posición que no permitía a muchos ver el conversatorio. En los alrededores no había NADIE organizando, por lo que todos tuvimos que posicionarnos en algún lugar donde pudiéramos ver la pantalla y escuchar lo que decían los conversadores desde adentro. No estuve mucho tiempo. No me fui por el estruendoso aguacero que nos hizo sacar la sombrilla a todos los que estábamos parados alrededor de la pantalla gigante (ya les dije, no había organización y la pantalla estaba mal posicionada), sino porque sufro de una vaina que se llama sincope neurocardiogénico (por la que básicamente empiezo a tener visión borrosa y mareos que llevan al desmayo cuando estoy entre muchedumbres, razón por la cual, nunca acudo a eventos multitudinarios). Antes de irme vi como unos dizque periodistas de RCN exigían la entrada por ser de aquella cadena, pero ninguno de los del público los dejó pasar. Para la gente que no había entrado, la ley era para todo el mundo y si la orden era que no entraba una persona más, así se tenía que cumplir. Lo mismo ocurrió con unos policías que llegaron con una asquerosa actitud de gendarmitos mandadorcitos, que amenazaron a la señora que no los dejaba pasar. Afortunadamente la gente se puso de acuerdo y no permitió que pasaran.En fin, me fui con una mala recepción de la feria del libro de Bogotá.

Como dije antes, no se fomentó ninguna venta de libros ni tampoco la lectura. Los libros tenían el mismo valor que en las librerías y de alguna forma, fueron en un elemento excluyente ya que por sus precios, no cualquiera podía obtenerlos. Ojala no salgan los escritorcitos de cuarta (como cité alguna vez en este blog) a decir que lo que ocurre es que la gente le gusta beberse la plata porque la cosa tampoco es así. 45.000 o 30.000 no los tiene cualquiera para comprar un libro nuevo. Tampoco vi muchos descuentos en los cubículos de las librerías. En este, el supuesto año de ese gran escritor llamado Rafael Pombo, me encontré con una nueva edición de sus cuentos infantiles ilustrados en 49.000, también a 36.000 y 39.000. Había unos que eran la excepción a la regla que estaban a un precio realmente asequible como era el de 12.000 o 18.000, los cuales tenían la mala fortuna de tener uno o dos cuentos nada más. Sale más barato sacar un carnet de la biblioteca y tomar prestados los libros de Pombo.

Con todo lo anterior, quiero dar a entender que esta feria de ninguna manera busca fomentar la lectura ni la venta de libros. Tampoco el encuentro con los autores (como llegué a pensar alguna vez). Simplemente es un evento comercial como cualquier otro y es les recomiendo acudir a una librería donde no le cobran los 7.000 pesos de entrada. Nunca pensé que al estar escribiendo sobre una feria del libro sólo tuviera material para hablar de los precios de los mismos o de la mala organización en lugar de escritores, novedades y recomendaciones de libros. Pero así fue y no recomiendo a nadie ir a uno de estos eventos. Están sobrevalorados. Y/o peor aún, desincentivan la lectura. 

Dedico esta entrada a aquellos anónimos que desde la entrada del auditorio José Asunción Silva aplaudieron a Fernando Vallejo sin que él lo supiera. Por todos los vericuetos que tuvieron que atravesar, por recibir las implacables gotas de lluvia sobre su cabeza y los malos tratos de los policías auxiliares y personas del staff de CORFERIAS que no tuvieron ninguna consideración por los supuestos lectores a quienes iba dirigido este evento, quise escribir esta entrada.  

Algunos links:
-http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-340857-alarma-ley-del-libro 


[1] http://www.feriadellibro.com/pagina.cfm?StrIdioma=es&IntIdioma=1&IDPagina=6435&IDSeccion=998



Imagenes tomadas de: 
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinMkAZkDwEtPPU-A4A4DU-K_6fXVQQOjH9MHerqozNf-hlLGOh0fcslzKc4eXrktzNWu6_JJYjaQmcQw2A4kEq2IHfg5isTQZcnAOi-H54gZ-UenGHGI01w87miTmY2dmV5Z83VN1Efa0/s1600/libro.jpg
http://www.cm-pvarzim.pt/groups/staff/conteudo/imagens-gerais/cultura/correntes-d-escritas-2007/fotos-dos-escritores/nelida-pinon.jpg


ACTUALIZACIÓN

Si algo interesante tuvo la feria del libro, fueron los blogueros del espectador. Aunque la mayoría de entradas me parecieron insulsas y no compartí algunas de las apreciaciones que hacían, como por ejemplo que era una súper promoción promoción la venta de tres libros en 60.000 (o algo por el estilo, ya que cuando estuve en Nueva York, me hice con un ejemplar de los poemas y narraciones de Edgar Allan Poe en 7 dólares), hubo entradas que me parecieron geniales como las que cité al final del texto o esta a la que le hago un especial hincapie:

http://blogs.elespectador.com/elinvitado/2012/05/01/el-ocaso-del-libro/

Les voy a traer un par de citas que me parecen, la manera más acertada de referirse a la (dizque) feria del libro, invitándolos (aunque aquella entrada tenga más visitas que este blog en toda su historia) a que la lean:

"Pero al entrar a la FILBo, donde precisamente abundan aquellos objetos físicos en cantidades industriales, la lectura se instala en una suerte de limbo. Si no contamos el pabellón infantil y juvenil, donde su organización física demuestra que aún entienden que vender libros es también fomentar y permitir la experiencia que ellos generan, la lectura brilla por su ausencia. No puedes mirar los libros con calma, quizás sentarte una media hora y leer uno (sin importar si lo vas a comprar o no), curiosear sin tener encima los ojos inquisidores de un vendedor. Es una muestra de los hábitos actuales de gran parte de los lectores en formación: instantáneo, masivo, desechable."

"Asistir a la FILBo no es propiciar un espacio con el libro, no es permitir el encuentro con una -o muchas- ideas (escrita, gráfica, ilustrada), es pagar la entrada a un almacén de cadena para comprar los alimentos que están en oferta, antes de que su fecha de expiración se cumpla."

Más información, menos conocimiento - Mario Vargas Llosa


En el día de hoy quisiera compartir un artículo con el que me encontré de Mario Vargas Llosa. Fue publicado originalmente en el diario La República de Perú. Me llamó la atención y por eso lo comparto con ustedes.


Más información, menos conocimiento

Por: Mario Vargas Llosa


Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

 Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: “Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo”.

 Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español: Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.

 Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.

 Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall McLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. McLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.

 Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.

 No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la “inteligencia artificial” que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado “la mejor y más grande biblioteca del mundo”? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?

 No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O’Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: “Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos”. Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para “informarse”. Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: “Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros”.

 Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer La Guerra y la Paz o el Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?

 La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce “la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos”. En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.

 Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que –para qué engañarnos– no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la “inteligencia artificial” es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.


Imagen tomada de: http://top-people.starmedia.com/tmp/swotti/cacheBWFYAW8GDMFYZ2FZIGXSB3NH/imgMario%20Vargas%20Llosa1.jpg

viernes, 20 de abril de 2012

De la lucha contra las drogas de Nixon a la lucha por la propiedad intelectual de Obama

El video tiene subtitulos en español para que puedan entenderlo quienes no manejan el idioma inglés.

En el año de 1971, el presidente Nixon inició su conocida lucha contra las drogas y creo dos años después un organismo conocido como la DEA y cuyos resultados...son muy conocidos por todos. Aquél hecho, volvió a mi memoria luego de enterarme que el gobierno de Obama, donó 2.6 millones de dólares para iniciar un proyecto con el que se busca combatir la piratería en 12 países, entre los que se encuentran México, Chile, Brasil y Colombia.

Al parecer en la mayoría de países, el gobierno estadounidense piensan adoctrinar (dicen capacitar, pero seamos sinceros...) a jueces y policías para que "combatan" la piratería y los crímenes contra la propiedad intelectual los cuales, según el citado documento, son de carácter transnacional. Si bien desde 2008 es que Estados Unidos emprendió una feroz lucha contra lo que consideraban, atacaba la propiedad intelectual, no es sino hasta ahora, que vemos una intervención en los cuerpos estatales de otros países con el ánimo de defender, no los intereses de sus ciudadanos, sino de la industria que busca privatizar a toda costa el internet y quien considera (discúlpenme por no traerles la fuente, pero lo leí anteriormente en alguna parte) que las bibliotecas públicas que exhiben sus películas bajo "los fair uses", son competencia para ellos y no les dejan ganancias. Por tal razón váyanse acostumbrando a que los jueces en sus países respectivos, utilicen el modelo que está en el video del principio de esta entrada y les cobren sumas millonarias de dinero por bajar una canción.

PD: Para el caso colombiano, aunque no pagan adoctrinamiento para jueces, si lo hacen para la policía, así que vayan acostumbrándose a que el cuerpo de delitos informáticos de la DIJIN, deje de buscar a quienes roban dineros de cuentas bancarias por internet o bueno, en general a quienes cometen delitos informáticos. Ahora estos personajes se van a encargar de buscar a quienes descarguen música o películas por internet o quienes suban un vídeo a youtube como parte de una tarea (todavía no están regulados los usos honestos para esta actividad, pero si el delito). Vayan acostumbrándose a que ahora, como mínimo, les va tocar enfrentarse a un juicio (con todo lo que ello conlleva) en dónde los copyright trolls denuncian a cualquiera pidiendole sumas altas de dinero en las conciliaciones.

PD2: ¿Saben que es lo peor de todo? Que la ONU ya conminó anteriormente a los gobiernos a que de ninguna forma, en su afán de proteger los derechos de autor (caso ley lleras 2.0 y Juan Manuel Santos) no deben vulnerar los derechos de autor ni mucho menos la democracia. Yo les pregunto a ustedes, qué democracia va haber si los ponentes de una ley que vulnera derechos de autor catalogan como desinformadores y piratas a quienes se oponen y aprueban sin ningún tipo de escrúpulos leyes como la que tanta vergüenza nos causa a los internautas colombianos (no hablo por todos, pero si hay una opinión generalizada de rechazar esa ley). En fin, se puede seguir hablando de este tema, pero considero que la la lucha contra las infracciones a propiedad intelectual, a diferencia de la lucha contra las drogas (en mi opinión), termina afectando negativamente a los ciudadanos que supuestamente busca defender.
  Informe Frank La Rue

martes, 27 de marzo de 2012

Serie 9 de abril de 1948 (Primera parte)



Desde hace algún tiempo he tenido la idea de compartirles dos textos sobre el 9 de abril de 1948. Son sacados del libro “NUEVA HISTORIA DE COLOMBIA” (cuya dirección está en cabeza de Álvaro Tirado Mejía) de Editorial Planeta y el autor de los textos que traigo a continuación es el multifacético Arturo Alape, quien aunque no es de mi agrado como persona, pero que aporta unos textos de ritmo casi narrativo, con buenas fuentes (al parecer).

Advierto desde ahora que existen muchísimos libros, textos y documentales sobre el 9 de abril de 1948 y Jorge Eliecer Gaitán; como también teorías de lo ocurrido aquel día. Lo que se ha dicho y lo que falta por decir no es poquito. Por lo tanto, no sé si sean los textos más completos. Sólo sé, que son los que voy a compartir con ustedes. Cada quien tiene su criterio para elegir si comparte o no lo expresado por el autor de acuerdo con lo que ha leído.

Los dos textos van a estar divididos en varias partes por su gran longitud. El primer relato va a estar dividido en varias partes (no sé cuantas todavía) y tiene por nombre “El 9 de abril, asesinato de una esperanza”. El segundo es del mismo autor, está bajo las reglas del anterior texto y se titula “El 9 de abril en provincia”. Espero sean de su agrado

NOTA: Como estamos en tiempos de paranoia derecho-autoral me permito expresar que no hay ninguna intención de violar derechos de autor u obtener lucro con la publicación de estos textos. Este blog no me da ni un peso y sólo lo tengo como hobbie de tiempo libre. Además de lo anterior, el autor de los textos está muerto.

El 9 de abril, asesinato de una esperanza
Por: Arturo Alape

La ciudad



Bogotá cortada en cruz sobre la carrera séptima y la de Jiménez por los rieles del tranvía; los cerros en reposo como telón de fondo inamovibles, un cielo encapotado y un enloquecedor frío sobre los hombres de vestidos cruzados y sombreros negros, ladeados, y en el aire el hollín del tiempo pegado a sus respiraciones. Es mediodía del 9 de abril de 1948; la ciudad se desocupa, las gentes aceleran sus pasos para ir almorzar. Hay cierta tranquilidad relativa, aunque el país había vivido una intensa oleada de violencia en algunos departamentos. Un grupo de lustrabotas, especie de guardia personal de Gaitán al salir de su oficina, silban con cierto desgano al compás de sus manos que brillan los zapatos de los transeúntes.

La ciudad ha cambiado de apariencia, al engalanarse para las fiestas sociales en homenaje a los muchos delegados a la Novena Conferencia Panamericana, mientras en cualquier rincón se esconde la miseria real de un pueblo que había encontrado en la voz, en el verbo encendido de Gaitán, una posible redención social.



Sobre Bogotá conocida como la Atenas del Sur, recaía la mirada esperanzada del continente, porque tenía la visita de un personaje mundialmente conocido: el general George Marshall, el hombre que había reconstruido económicamente al viejo continente, después de la hecatombe de la segunda guerra mundial. Por lo menos los gobiernos de entonces pensaban que traía dólares a manos llenas para desarrollar las pobres economías de estas tierras americanas que no habían pasado por la experiencia de la guerra. El propio general, desde el primer discurso en la conferencia, disipó cualquier ilusión en este sentido. No habrá <<Plan Marshall>>  para América Latina. El continente americano tiene urgente necesidad de adoptar métodos efectivos de cooperación económica, haciendo frente a problemas que exigen su máximo de buena voluntad. La tarea de reconstruir Europa es, de por sí, una tarea gigantesca para los Estados Unidos. Invitó a los gobiernos del continente a unirse a esta labor. Resumió su pensamiento en materias económicas, pidiendo para el capital extranjero toda clase de garantías. Desde el comienzo de la Conferencia Panamericana, el general Marshall había recomendado incluir en la agenda de discusiones la siguiente pregunta: <<Quiero saber si los delegados aquí reunidos consideran que una cuestión sobre represión de movimiento subversivos en América, ¿debe considerarse como un nuevo tema con relación a la agenda?>>.

Pregunta que no fue recibida con beneplácito en el resto de delegaciones. Creó un ambiente de tensión y de contradicciones. No era lo definitivo a discutir. Juvenal Hernández, jefe de la delegación chilena, dio de inmediato una respuesta positiva en relación con la pregunta del general Marshall, al sostener que la división mundial alrededor de dos tesis había quedado planteada, que una de ellas se fundaba <<en una concepción materialista de la vida>> y que <<pretende implantar la sumisión gregaria de los más a los menos a un nuevo totalitarismo político para decapitar el espíritu de su libertad>>. Propuso la necesidad inmediata de adoptar disposiciones internas para reprimir las actividades subversivas que intentaran realizar individuos nacionales o extranjeros en favor de los intereses políticos de estados extracontinentales.

La delegación argentina replicó diciendo que <<las Américas no deben combatir el comunismo como idea sino atacar las causas que lo engendran>>. La delegación venezolana fue más precisa y contundente, al afirmar por boca de su presidente, Rómulo Betancur: <<Venezuela jampas apoyará medidas que puedan dar a los enemigos de la libertad el arma formidable de la discriminación política y las persecuciones policíacas, que podrían ser utilizadas contra todos los miembros de la oposición doctrinaria>>. La delegación colombiana, presidida por Carlos Lozano y Lozano, no había declarado que Colombia no votaría afirmativamente esta declaración. Dijo que <<Colombia es un país de libertades, respetuoso de sus fueros constitucionales y celoso guardián de los principios democráticos>>. Los delegados conservadores al evento, encabezados por Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno, estaban de acuerdo con la declaración.

Comenzaba para el continente la más grande cruzada de perfiles inquisitoriales. Era la aplicación de la doctrina Truman, que proclamaba el derecho de los Estados Unidos a intervenir política y militarmente en cualquier país <<amenazado por el comunismo>>. Era, de frente, la guerra fría.

Gaitán, jefe del partido liberal, por un inaudito error de Ospina Pérez y aconsejado por Laureano Gómez, no fue invitado al evento. Esa arbitraria actitud del gobierno había creado profundo malestar en las masas liberales.

9 de abril: 1.05 pm



A la una y diez minutos de la madrugada del 9 de abril, Gaitán terminaba su emocionante defensa del teniente Jesús Cortés, y pedía para él la absolución, alegando que había obrado en legítima defensa del honor del ejército, al ultimar de dos disparos de pistola al periodista Eudoro Galarza Ossa. La multitud aplaudió frenéticamente el hermoso elogio que el penalista hizo del militar. Ahora se vivía la expectativa por el veredicto final. Era la segunda defensa que Gaitán hacía del teniente Cortes. Los mandos medios del ejército habían sufragado todos los gastos de la defensa, recolectando el dinero entre sus compañeros de armas. Seguía en la sala un silencio profundo. A la una y veinticinco minutos de la mañana la sala fue desalojada. Los jueces del pueblo entraron a deliberar, mientras los presentes hacían toda clase de conjeturas. Eran muchas las hipótesis que se tejían. Ante todo, había una gran confianza en el formidable penalista que era Gaitán.

A las dos de la madrugada, los jueces del pueblo entregaron su veredicto al juez de la causa y el doctor Pérez Sotomayor, lentamente dio lectura al fallo de conciencia. Las dos y cinco de la mañana. El fallo fue absolutorio en un todo, de acuerdo con las tesis planteadas por Gaitán.
Las barras sacaron al líder en hombros y él se encontró con la soledad de una ciudad que tanto amaba y que pocas horas después iba a cambiar en todo sentido por su muerte. La multitud que lo vitoreaba quedaba a sus espaldas.

Plinio Mendoza Neira necesitaba hablar con Gaitán sobre alguna cosa urgente. Fue a su oficina, y allí lo encontró departiendo con varios de sus amigos, entre ellos Pedro Eliseo Cruz, Alejandro Vallejo y Jorge Padilla. Comentaban sobre la intervención de Gaitán en la madrugada, en defensa del teniente Cortés, verdadero éxito oratorio que todos calificaron de brillante. Gaitán recibía los últimos elogios de sus amigos. Había sido su más importante triunfo como penalista. Gaitán se sentía alegre, eufórico, <<reía con mucha complacencia>> recuerda Plinio. Este lo invitó a almorzar. <<Aceptado. Pero te advierto, Plinio, que yo cuesto caro>>, dijo Gaitán al disponerse a salir, con una de sus carcajadas habituales cuando se hallaba de humor. Todos abandonaron la oficina, para tomar el ascensor del edificio Agustín Nieto. Al salir por el pasillo que daba a la calle, Plinio lo coge del brazo: <<Lo que tengo que decirte es muy corto>>.

En esos instantes postreros del líder, nunca se sabrá si había leído las últimas líneas del editorial del Diario del Pacifico, del 8 de abril, que era como el artilugio premonitorio de su muerte: acusaba a Gaitán de su compromiso con el comunismo, y advertía que esta actitud impediría al liberalismo hacer causa común con quienes se estaban esforzando por defender al continente americano de la influencia del Kremlin. Terminaba: <<Allá ese partido que en horas de tanta inquietud se dejó arrastrar hacia tan profundo abismo por las ambiciones desmedidas de un caudillo en trance de muerte>>. Era la atmosfera política que se respiraba.
Plinio Mendoza Neira sintió de pronto que Gaitán retrocedía, tratando de cubrirse el rostro con las manos. Escuchó tres disparos consecutivos. Trató de ayudarlo. Gaitán, demudado, los ojos semiabiertos, un rictus amargo en los labios y los cabellos en desorden. Un hilillo de sangre corría bajo su cabeza.

Los testigos del asesinato



Pudo ver en forma absolutamente nítida al individuo que disparaba. Trató de dar un paso adelante para arrojarse sobre él y el hombre levantó el revolver a la altura de su rostro. Plinio hizo el mismo ademan de Gaitán, quiso ponerse a salvo entrando de nuevo al edificio. En ese momento, el asesino bajaba el revolver con deseos de apuntarle a Gaitán, que yacía inmóvil sobre el pavimento. Luego fue retirándose, protegiéndose en la fuga con el revolver, vacilante.

Le faltaban tres pasos para llegar a la puerta y vio claramente el cuerpo del atacante y los movimientos de su brazo en tres posiciones, la primera alta, sincronizada con las tres detonaciones, sin que pudiera percibir el arma, ni la mano, ni la persona sobre la cual disparaba. Así precisa Pedro Eliseo Cruz.

Parece que en esos momentos el hombre les hizo un disparo a ellos. Luego retrocedió buscando la avenida Jiménez. Demostraba un perfecto dominio sobre sí mismo, una gran energía, en sus ojos había una mirada de odio inconfundible. Era un hombre cargado de pasión. Así lo define Alejandro Vallejo.

En el primer instante, Jorge Padilla pensó que los disparos no eran de revolver. Pensó más bien en los fulminantes que los emboladores ponían sobre la línea del tranvía. Miró hacía la puerta y vio que apoyándose contra el borde de la piedra norte, con las piernas dobladas en posición de tiro, revolver en mano, había un hombre. Está seguro que disparó desde ese punto y en esa posición, recuerda Jorge Padilla. En total, oyó cuatro detonaciones.

Pedro Eliseo Cruz, en su condición de médico, examinaba a Gaitán. Al levantarlo del suelo, daba señales de vida. Era una serie de quejidos sordos. Minutos después llevaron su cuerpo a un taxi que lo condujo a la clínica Central.

A la una y cinco de la tarde se había parado el reloj de Gaitán. Años más tarde, el médico Yezid Trebert Orozco recordaría que de los impactos del revólver recibidos por Gaitán, especialmente el que penetró el cráneo a la altura de la protuberancia occipital, hemisferio izquierdo, a más o menos cinco centímetros, fue el mortal. Murió en el sitio del abaleo. <<A él le quedó naturalmente la vida animal, como a los toros de lidia cuando les clavan la puntilla y todavía quedan con vida, pero sin sentido de ninguna clase>>.

Gaitán no creía en su muerte. Muchas veces sus amigos intentaron organizarle un cuerpo de seguridad personal. Él siempre rechazó enérgicamente la idea. Grupos de policías gaitanistas le propusieron lo mismo, pero él daba como respuesta que su pueblo era su propio vigilante. Un día dijo que si a él lo asesinaran, sucedería el mismo levantamiento popular que produjo su asesinato. Gaitán era un hombre de profunda seguridad en su realización como político. Ya se sentía, por derecho de su prestigio y de su inmensa influencia, presidente de la República. Pensaba que lo conseguiría en el año 50, por el camino constitucional de las elecciones.
Bogotá comenzó a incendiarse. La tranquilidad de mediodía se convirtió en un volcán de pasiones inusitadas. La ciudad, como el país, vivieron una de las experiencias más dramáticas de su historia.

El hombre



Gaitán había nacido pobre y humilde, en un humilde barrio al oriente de Bogotá. Su padre siempre tuvo vocación de librero y su madre, su más grande amor y su más grande influencia, fue maestra. Su infancia estuvo saturada por las dificultades y la escasez. Fue al a escuela pública y más tarde, en la segunda enseñanza, entró al Colegio Araujo de Bogotá. Después, para el estudio de su profesión de abogado, fue a la facultad de derecho de la Universidad Nacional. Comenzó a ejercer de abogado, incluso antes de titularse. Obtuvo rotundos éxitos en sus primeros alegatos, que siempre estuvieron ligados a personajes de los bajos fondos. Su nombre se hizo famoso en sensacionales audiencias públicas, entre ellas la del crimen de la <<Ñapa>>. La tesis con la que se graduó se tituló <<Las ideas socialistas en Colombia>>, que ya marcaban un derrotero para su futura vida de hombre público. 

Viaja a Italia con el objeto de ampliar sus conocimientos en la ciencia del derecho penal. Asiste al espectáculo que ofrecía el fascismo, que irrumpía en Europa ungido de promesas y era escuchado ya por gigantescas movilizaciones de masas. Era un espectro de carne y hueso que hablaba con la persuasiva teatralidad de Mussolini. Distribuyó su tiempo en concurrir a las aulas de la Real Universidad de Roma, donde conocería la doctrina y el pensamiento del profesor Ferri, cuyo prestigio lo había atraído de antemano. Vivió esa transmutación del sabio Ferri, de antiguo socialista a gestor ideológico de Mussolini. Por muchas veces fue a escuchar la voz de Mussolini, para analizar lo teatral de sus gestos y las modulaciones de su voz, a fin de hacerla más convincente, más enérgica. Gaitán llevaba consigo, con la fuerza que le era propia, su vocación oratoria. Si con Ferri aprendía el derecho penal, con los oradores fascistas estudiaba elocuencia.

A su regreso al país, a fines de marzo de 1929, se levantaba el estado de sitio en la zona bananera. Los dueños de las plantaciones del banano, acompañados por el ejército colombiano, acababan de asesinar a millares de indefensos obreros, culpables de pedir un poco de justicia social para sus vidas. Gaitán quiso conocer de cerca la comarca martirizada y por muchos días recorrió el escenario del terror, escuchando los relatos de los sobrevivientes y conociendo reveladores documentos sobre la masacre.

Gaitán, que había salido elegido para el Congreso, realizó durante quince días el más formidable debate denunciando las arbitrariedades de la United Fruit Company. Y con la documentación que llegó a tener en la mano, obtenida en sus dos viajes a la región probó en sus dos viajes a la región, probó en sus acusaciones que había una conspiración entre la compañía norteamericana y el gobierno colombiano para explotar a los trabajadores.

En octubre de 1933, antes de que se clausurara el congreso, Gaitán lanzó un manifiesto trascendental. Invitaba al pueblo, a toda la intelectualidad, a todos los oprimidos a que formaran un frente único, capaz de luchar por la justicia social. Ese movimiento se llamaría Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, planteándose un programa similar al de Haya de la Torre en el Perú. Gaitán habló de los grandes latifundios abandonados, de los campesinos explotados como bueyes. En varios centros agrícolas la UNIR adquirió proporciones de peligro social y bajo sus banderas se realizaron numerosas movilizaciones, huelgas agrarias y reclamaciones directas a los terratenientes.

Durante la campaña del 44 al 46, Gaitán y los gaitanistas usaron su lema <<por la restauración moral y democrática>> como un arma efectiva contra sus enemigos políticos, primordialmente los enemigos del sector oficialista. En cierto sentido, la campaña moralizadora de Gaitán constituyó una cruzada contra los males que aquejaban a la sociedad colombiana, ya fueran sociales, políticos o económicos. Hablaba del cansancio del pueblo ante las farsas políticas, la corrupción de su partido en el gobierno. Y ante la descomposición social, ante el descontento general por la crisis que atravesaba la experiencia de la república liberal, él creía que era la única alternativa para un posible cambio. Gaitán avizoraba que ya era el tiempo, que su tiempo había legado, después de veinte años de luchas.

El 25 de septiembre de 1945, la plaza de toros de Bogotá se desborda con cuarenta mil gaitanistas, plenos de alegría y confianza en el triunfo, participantes de una experiencia política sin precedentes. Gaitán era ya un caudillo de masas, un líder social. Gaitán dijo: <<Nos ha bastado que aspiremos a la restauración moral y democrática de la República. Y esa formula diáfana y sencilla ha sido entendida por las gentes de Colombia con toda la fuerza real y trascendente que encierra su contenido. Sólo los que integran y especulan con el país político no encuentran en ella ni mérito ni sustancia, unos por dañada intención y otros por culpable ceguera >>.

Gaitán, como hombre de acción y un verdadero líder de masas, se levanta de la derrota electoral del año 46 y asume de inmediato el papel de reconquistar en dos elecciones la victoria para su partido. Gabriel Turbay, su oponente oficialista en el debate del 46, marchó a París a buscar la muerte por física nostalgia de la presidencia que no había obtenido y por la que tanto había luchado. Entonces Gaitán se convierte en el jefe único del liberalismo y de inmediato debe afrontar con toda la intensidad el proceso de violencia política que comenzaba a gestarse y desarrollarse en todo el ámbito geográfico del país. Esa situación la denuncia en la manifestación del Silencio, cuando frente a una masa disciplinada que ha marchado con sus banderas de luto, se dirige al presidente Ospina en estos términos: <<Os pedimos que cese la persecución de las autoridades; así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Os pedimos una pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por los cauces de la constitucionalidad. No creáis que nuestra serenidad, esta impresionante serenidad, es cobardía. Somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Somos capaces de sacrificar nuestras vidas para salvar la paz y libertad de Colombia >>. Ese día Gaitán había escrito su propia muerte.

Retrato de un asesino



El asesino intenta escapar. Los lustrabotas enfurecidos gritan: <<¡Mataron al doctor Gaitán, mataron al doctor Gaitán! ¡Cojan al asesino!>>. El dragoneante Carlos A. Jiménez lo captura. <<No me vaya a matar mi cabo…>>, suplica el hombre lloroso. Se aglomera la gente, lo desarman, lo meten a la droguería Granada para salvarle la vida. De turno está Elías Quesada Anchicoque. Los policías y Quesada bajan la reja. El hombre trata de evadirse, saltando una de las vitrinas de la droguería. Lo apresan y Quesada pregunta:

-¿Por qué  ha cometido este crimen de matar al doctor Gaitán?
-¡Ay señor, cosas poderosas que no le puedo decir! ¡Ay virgen del Carmen, sálveme!... – contestó el hombre en tono lastimero.
Entonces le preguntó Quesada:
-Dígame quién lo mando a matar, porque usted en estos momentos va a ser linchado por el pueblo…
-No puedo…,no puedo- contestó.
Instantes después, la multitud lo sacaría a la fuerza de la droguería Granada y comenzaría a matarlo de físico dolor.

Su madre, Encarnación viuda de Roa, recuerda que estaba oyendo la radio de un vecino suyo, en la casa donde vivía, arreglando un vestido negro para ponerse de luto por la muerte de Gaitán, cuando escuchó la noticia << que el reo del doctor Gaitán era Juan Roa Sierra, es decir, que el matador era mi hijo Juan>>. Ella, en los interrogatorios, dijo que Juan había trabajado en la legación alemana, <<más o menos como un año en calidad de portero>>. Como también dijo que a su hijo le venía notando coas raras, como por ejemplo, creerse <<Santander o un personaje así como Santander>>. Había abandonado el trabajo y se quedaba pensativo, <<con sus propios pensamientos>>. Ella lo acompañó a casa de un adivino alemán y en su presencia éste le examinó a Juan una de las manos.

Su hermano, Eduardo Roa Sierra, dijo en las indagatorias por el asesinato de Gaitán que Juan era adicto o miembro de la secta Rosacruz. Que le vio muchas publicaciones de esa secta, que tenía un libro titulado Dioses atómicos y que recibía permanentemente correspondencia de los Estados Unidos. Era un individuo retraído en sí mismo; poco comunicativo, poco conversaba, era solitario en el habla. Esa actitud, como recuerda su hermano, <<fue una cosa más bien adquirida de hombre>>.

Su mujer, María Jesús Forero de Salamanca, con quien Juan tenía una hija que hoy tendría 38 años, si viviera, declaró que él andaba muchas veces con su pensamiento distraído. Con la madre de Juan hablaban sobre esto, pues <<ella me decía que estaba asustada de que Juan pudiera resultar lo mismo que Gabriel, el hermano que está en Sibaté, con su mismo estado>>. María Jesús Forero de Salamanca recuerda que Juan Roa escribió una carta al presidente Ospina, en la que expresaba que <<es y ha sido el anhelo constante de mi alma el llegar a ser útil a mi patria, a mi familia y a la sociedad>>, que el medio propicio que ha encontrado es dirigirse a<<vuestra excelencia>>. Nadie supo quién le escribió la carta y mucho menos en qué maquina lo hizo.

Su mentor espiritual, el hombre que leía las manos, el alemán Juan Umbalaud, dijo que en la última visita que hizo Roa Sierra a su consultorio el 7 de abril, lo había visto completamente tranquilo y que al despedirse le expresó: <<Sólo tengo que hacer la vida y sólo tengo que seguir>>. Juan Roa Sierra ya había adquirido un viejo revolver y estaba gestionando la compra de proyectiles.

Dos días después, este hombre que se miraba al espejo y veía la figura del general Santander, utilizando un viejo revólver que había cambiado de tres dueños y que cada cual patinaba de nuevo para darle otra presencia, al disparar contra Gaitán cambió la faz del país. Juan Roa Sierra era el hombre perfectamente instrumentalizable para un crimen de esta naturaleza. 



Imagenes tomadas de:


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martes, 13 de marzo de 2012

Breves apreciaciones sobre un pseudocumental



Esta entrada va a ser corta.


El otro día me encontré con un curioso "documental" llamado "psiquiatría industria de la muerte”. En él, un grupo llamado “Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos –CCHR” creado por la cienciología (bueno, sus miembros para no caer en imprecisiones gramaticales) realiza unas criticas feroces a la psiquiatría indicando de que esta especialidad médica, es la generadora del odio, racismo y la segunda guerra mundial (si suena estúpido y no!, no estoy exagerando, eso dicen en el pseudocumental). Si bien un documental creado por unas personas que promueven la dianética no debería ni siquiera ser tenido en cuenta, le di una oportunidad para convencerme que este era un documental tipo zeitgeist, donde el amarillismo, las citas manipuladas, los hechos históricos ficticios y las fuentes inexistentes estaban a la orden del día. No estoy de acuerdo con muchos de los tratamientos de la psiquiatría; con aquello de tomar drogas para calmar x o y estado de animo, pero videos como estos donde se deforma la realidad de forma tan evidente, merecen ser denunciados y tachados de pseudocumentales. Si quieren saber más sobre el video, los invito a ver la otra mirada,un foro donde discuten sobre el tema  y un articulo de la BBC. Si quieren más, los invito a que usen google ya que el objetivo de esta entrada era simplemente sacar estas ideas de mi cabeza plasmándolas en el blog. Disculpen que sea tan corto en el contenido de esta entrada. Posiblemente el insomnio está siendo perjudicial para mi blog…o para mí, qué sé yo.

PD: La ignorancia humana no tiene limites. Según estos señores, que encontré mientras rastreaba las conexiones entre la cienciología y el video: "El escepticismo no es más que la negación de la realidad
 por la incapacidad o el temor a confrontarla". Con esa sola cita lo dicen todo. Dejaré que cada uno llegue a sus propias conclusiones.

domingo, 11 de marzo de 2012

Los Libros sobre seducción: ¿sirven de verdad?






Escribo esta entrada, titulada como un capitulo más de la genial película de Woody Allen “todo lo que quiso saber…” porque este tema no hace sino recordarme los sketch de aquella película. Empecemos por el principio. Resulta y pasa que mientras estaba navegando por la web, en este día sin sueño, me encontré con un supuesto personaje que ofrecía las claves para ser un buen don juan (algo así como un Hitch). Leí el fragmento del libro que ofrece el personaje y se me hizo un refrito más de los libros que ya hay en la web, con un agregado de técnicas de meditación y palabrería new age que no va a servir para nada. Como esta es la realidad irreal, quisiera hablarles brevemente de aquellos compendios de técnicas irreales que no sirven sino para quitarte el dinero a algunos ingenuos (algo así como adult friend finder, con el perdón de sus usuarios).

Esta clase de libros empieza con un narrador en primera persona, diciendo alguna tontería del tipo “yo antes era una persona tímida, retraída, que me la pasaba al frente de un computador esperando tener una novia, antes de conocer las técnicas que te voy a enseñar y que van a hacer que cualquier chica caiga en tus garras…”. Luego de aquella personal introducción (que por lo general se nota que es mentira), continúan las siguientes páginas con el autor diciendo que ofrece alguna teoría inventada, de un arte de seducción con muchos siglos de existencia. Prosigue el libro en cuestión con el contenido que por lo general tiene capítulos relacionados (o titulados) la neurolingüística (lenguaje no verbal), la manipulación, algunas formas de tratar a la mujer, anécdotas de otras personas y bueno…todo lo que contiene un libro de auto-ayuda, dirigido hombres que quieren sentirse mejor.

Ahora bien, ¿funcionan aquellas tácticas? La respuesta (por lo menos para mí) es NO. Todo porque las mujeres no son animalitos ni robots que responden de la misma manera a un libreto ya escrito. Todos esos libros que están en el mercado le dicen al lector que tienen que hacerse indispensables para la mujer y para ello tiene que ser impredecibles y graciosos; tienen que tener un aire de superioridad que le diga a la mujer “nena estás conmigo porque yo te lo permito”; tienen que ser espontáneos, bailarines y de alta autoestima y en fin…todo aquello que haga olvidar a la dama en cuestión que no se encuentra con Brad Pitt, pero que es alguien parecido quien está a su lado. El problema es que las mujeres (y en general las personas) no son tan simples de manejar, o sino, todo los hombres estaría con supermodelos (sé que suena fea la generalización, pero busco hacerme entender). Intenten todos los consejos que les ofrecen en el libro y verán que no es que cambie de a mucho su vida sentimental.

Ahora bien, todo esto lo escribo en razón a que veo que en la web hay mucha gente buscando consejos para “ligar” y tips para tener novia, sin darse cuenta que lo importante de tener una pareja es que uno sea feliz con ella y que para esto, es necesario valorarse primero uno mismo. Por otro lado, si están cansados de tener que utilizar la mano constantemente en la búsqueda del eros y el tánatos, vayan donde una prostituta, que ella conoce los secretos no escritos del manejo del libido masculino (eso sí, con protección). No se metan con cualquier persona que se les atraviese. Busquen alguien que los respete y que (sobre todo) termine queriéndolos. Ya dejen de buscar libros mediocres que supuestamente les ofrecen respuestas que no corresponden a la realidad. En fin. Saludos y disculpen por hacer este post tan corto y harto. Quería expresar algo, teniendo en cuenta que son las cuatro de la mañana y no soy capaz de dormir.



Espero también la próxima, traerles un tema más interesante a estos retazos creados por el trasnocho.


Imagen tomada de: http://revista-digital.verdadera-seduccion.com/wp-content/uploads/2007/12/libro_seduccion_de_perdedor_a_seductor.JPG  

miércoles, 7 de marzo de 2012

Viviane Morales: La fiscal de comportamiento uribista



Como todo el mundo sabe, la semana pasada el Consejo de Estado tumbó la decisión de declarar a Viviane Morales como fiscal general de la nación. Esto obedeció a que en el momento de la elección, los h magistrados de la corte suprema de justicia, decidieron  tomar una decisión de trascendencia nacional que no estuvo acorde a derecho (aquel que ellos supuestamente aplican como cuerpo de última instancia). Empecemos desde el principio para entender que fue lo que pasó.

En el año 2009 (si mi memoria no me falla) Mario Iguaran, antiguo fiscal general de la nación, cumplió con el tiempo por el que debía estar en la cabeza de aquella entidad del estado y se fue, dejando su vicefiscal como interino mientras se elegía su reemplazo. En Colombia, la constitución ordena que para elegir el citado funcionario, primero el presidente de la república debe conformar una terna de personas aptas para el cargo (según unas especificaciones que están en la misma carta política) y luego enviársela a la corte suprema para que esta decida cual de esos personajes empezaría a liderar el ente investigador y acusador.
Ahora bien, por aquellos años de la salida del señor Iguaran, Álvaro Uribe, expresidente embriagado por el poder, estaba de pelea (política, para ser más explicito) con los magistrados de la corte suprema de justicia porque le habían abierto investigaciones a personas cercanas a él. Esta lucha de egos (porque tanto los magistrados como Uribe no daban el brazo a torcer al creerse superiores al resto) terminó dando como consecuencia que los Magistrados le rechazaran todas las ternas a Uribe, aduciendo que los funcionarios no eran penalistas, que no tenían el perfil, etc.; en una pelea que como dije antes era más de carácter político que jurídico.

Por tal razón 2009 y 2010  fueron años en que no tuvimos un fiscal general en propiedad. Ahora bien, con la entrada de la nueva década, Uribe se fue (luego de que fracasara su intento por seguir amarrando el poder) y llegó Juan Manuel Santos, un tipo que en lugar de seguir las peleas del presidente anterior, se puso a conciliar por las buenas con toda esta gente. No obstante aquellas “buenas maneras”, la Corte no le quiso elegir inicialmente a ningún miembro de la terna de Santos, lo que hizo que un sector grande de la opinión se fuera en contra de los honorables magistrados, y bueno…eligieron a política (había llegado tres veces al congreso, dos de ellas por medio de partidos cristianos)  y académica (había sido profesora) Viviane Morales como nueva fiscal general de la nación.

La elección de la señora Morales no fue muy transparente y esto consta en las actas de aquellas sesiones, donde un número reducido de magistrados decidieron dejar constancia de que esa elección les parecía irregular, ya que se habían saltado el reglamento ordinario de la corte suprema para tal decisión. En todo caso y para no profundizar en lo que otros ya habrán hecho mejor, me gustaría señalar dos cosas antes de continuar con el relato y son: Viviane Morales fue elegida por 14 votos, los mismos por los cuales le dijeron que no a Margarita Cabello y la señora Morales no es penalista.  
En todo caso, ya posesionada como Fiscal, esta señora tomó las armas jurídicas que le ofrecía su cargo y se fue lanza en ristre contra las personas que una gran parte de la población quería ver en la cárcel. Así fue como personas como Andrés Felipe Arias, Samuel Moreno, entre otros, terminaron en la cárcel a la espera de sus juicios. En fin. Hasta ahí llega la parte histórica. Ahora vamos a lo que considero importante en la entrada.

La semana pasada el Consejo de Estado decidió declarar la nulidad del nombramiento de la fiscal general, en virtud a que como se dijo antes, tenía irregularidades de forma insubsanables. Ese es el problema de vivir en un estado de derecho, si las cosas no se hacen bien hay nulidad. A partir de ahí, la señora fiscal decidió, como en sus años de política, sacar el micrófono a la tarima y pronunciar un discurso de talante uribista del que quiero rescatar algunas partes:

“Cuando se hace Justicia se alegra el justo y tiembla el malhechor”: Proverbios, 21, 15
No tengo nada en que las personas saquen citas de la biblia. Me parece bien, es un libro como cualquier otro y tiene frases memorables. El problema es que junto a citas como estas, la señora exfiscal decía cosas como (voy a parafrasear para no extenderme) yo soy  “una mujer de fe”, durante mi mandato yo apliqué a cabalidad el “mandato bíblico” y en fin…en algunas partes parecía más un discurso de la iglesia cristiana de su marido, el reverendo cristiano con nexos con guerrilleros y paramilitares, cosa que no me parece muy correcta, porque una cosa es tomar una cita de (por ejemplo) las mil y una noches (un libro maravilloso) haciendo alusión a su mensaje y no a su religión y otra, sacar citas de la biblia para parecer la más cristiana y buena persona de todas. No me parece correcto que los funcionarios estén pregonando su religión en actos oficiales mientras sigue en el cargo (que es justamente la razón por la que el procurador en ocasiones me causa cierta aversión). En este punto (y ya para terminar), Morales no se me hace muy diferente a Uribe, quien cada que veía la oportunidad, sacaba su rosario de monaguillo para rezar en actos públicos.   
El pasado martes en horas avanzadas de la noche, a través de los medios de comunicación me enteré por declaraciones de su Presidente, doctor Gustavo Gómez, que el Consejo de Estado decidió que no debo seguir siendo la Fiscal General de la Nación. Un cargo al que generosamente fui postulada por el Señor Presidente, doctor Juan Manuel Santos y elegida por la Corte Suprema de Justicia también de manera generosa y absolutamente transparente. Mi nombre era el menos opcionado en esa terna, por eso al ganar como mujer de Fe que entiende de la soberanía de Dios sobre los hombres y los pueblos, me di a la tarea como cumplimiento de una misión sagrada, la de buscar que en nuestro país la luz de la Justicia resplandeciera.
En un año de gestión derrotamos el mito de que la Justicia es solo para los de ruana. En mi gestión no hubo intocables. Apliqué a cabalidad el mandato bíblico que ordena no hacer injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre, ni complaciendo al grande.

Ya hice el comentario sobre la mujer de fe y su aplicación del mandato bíblico así que vamos al punto que coloco en negrilla. La señora Morales se jacta de decir que derrotó el mito de que la justicia es para los de ruana y no hubo intocables. Ahora bien, esto que dijo es falso y fue una frase más política que verdadera. Para empezar en el pasado “intocables” como el exministro  Fernando Botero Zea. Por otro lado, los únicos intocables que metió a la cárcel fue a los Moreno. De resto, no son personajes tan intocables como dice. ¿Andrés Felipe Arias intocable? ¿Maria del Pilar Hurtado intocable? Quien dijo que los funcionarios de Uribe eran intocables! Intocable Juan Manuel Santos, German Vargas Lleras; personas así, de familias que han controlado medios de comunicación, la política, la justicia. Eso si. Uribe es una persona que todavía tiene influencia pero no la suficientemente histórica para ser denominado intocable o eso pienso yo.
El día de mi posesión asumí el compromiso público de dar resultados frente a los más grandes casos de corrupción. Muchos no lo creyeron. Hoy todos los protagonistas han sido acusados por la Fiscalía y tienen medidas de aseguramiento. En lo que a mi labor respecta lo increíble ocurrió. Quiero que Colombia sepa que, una vez realizadas las imputaciones de la Fiscalía, los tiempos de los procesos dejan de ser su responsabilidad exclusiva. En los procesos más graves ha habido dilaciones y aplazamientos inexplicables que nada han tenido que ver con la Fiscalía. Aplazamientos que se conjugaron perfectamente en el tiempo, con la escalda de ataques perversos e inhumanos de algunos periodistas o de algunos medios de comunicación, en el empeño desesperado por provocar mi renuncia.
Ni Colombia creyó sus mentiras, ni yo cedí a sus presiones.

Esta declaración es la más uribista que he oído de Morales. Mejor dicho, ella es una funcionaria de altísimo rango, tiene a un esposo que tuvo nexos con la guerrilla, con los paramilitares y ahora con la iglesia cristiana; se decía que su esposo manejaba procesos dentro de la fiscalía y ahora viene a decir que los ataques buscan provocar su renuncia…por favor, es una declaración muy uribista. Por otro lado, pienso que por razones de ética (aquella que todavía no llega a Colombia) esta señora debió renunciar al tener vínculos (maritales) con una persona de las calidades de su esposo. Eso en cualquier país del mundo pasa, pero acá no, acá seguimos con un caudillismo exacerbado hacia los servidores públicos que cumplen su labor. Estamos jodidos si seguimos pensando que el hecho de que una persona cumpla con su labor, sea inmediatamente razón para santificarla.

 En fin, podría seguir, pero no me cuento con mucho tiempo para profundizar en algunos temas y tampoco quiero demorarlos a ustedes. Simplemente quiero dejar constancia de que me parece que Morales en sus declaraciones es parecida a los uribistas: habla con rosario en la mano, descalifica a quienes la critican (así sea por cuestiones de ética y olvidándose de que estaba en un alto cargo) y tiene a un grupo gigantesco de personas defendiendo lo indefendible simplemente porque ella cumplió con su labor y porque le realizó imputación a funcionarios de Uribe, como si este personaje fuera el único que existe en el panorama nacional. En fin. Los dejo por hoy. Espero terminar rápido la tesis para estar de vuelta con temas mejores que este.

Imagen tomada de: http://www.eluniversal.com.co/sites/default/files/vivian_morales_4.jpg